Mi época favorita del año.
Mi lugar favorito del mundo.
Mi escritora favorita de la vida.
Mi libro favorito de Navidad.
Siempre que escribo sobre Mónica Gutierrez lo hago con una mano en el corazón y es que sus libros siempre consiguen dejarme una huella imborrable… “Una Navidad escocesa”, sin duda, ha sido todo un regalo; un pequeño cuento que me ha hecho soñar con besos bajo el muérdago, con tardes llenas de chocolate caliente y paseos con sabor a castañas asadas. El frío en la punta de la nariz y el calor de una buena chimenea... Un árbol gigante (aunque sea robado a los Cameron) y las luces de Navidad inundándolo todo...
Y es que si algo ha aprendido Natalia Castro es que la vida es impredecible siempre, incluso cuando piensas que pisas tierra firme... Por eso, cuando nuestra protagonista llega a las puertas de Gaoth Tuath Castle, junto a su libro del doctor Willoughby con la misión de rescatar un castillo, lo que menos esperaba era acabar salvándose a sí misma. Por no hablar del fantasma que habita en su interior, de la boda que se celebrará el día de Navidad y del apuesto heredero de los MacTavish, Henry…
Ciento cuarenta y ocho páginas son las que componen esta historia y para mí es de admirar que con tan pocas páginas, Mónica Gutierrez, haya conseguido teletransportarnos a Escocia, no solo a través de castillos, bosques caledonios y jardines, sino también con la fuerza de la literatura y de la gastronomía. De hecho, no podéis haceros una idea de lo mucho que he aprendido gracias a este libro. Que si la Navidad estuvo prohibida durante cuatrocientos años en Escocia, que si eres rubio tienes que llevar bastante cuidado en el Hogmanay… Las diferencias que existen entre la tradición nórdica de Yule y la Navidad que hoy en día celebramos… Y un montón de leyendas, curiosidades y tradiciones. De hecho, creo que ahora mismo, sería muy feliz con un ejemplar de, “Fragmento de breve guía para mi sucesor sobre castillos y jardines, por el doctor Willoughby, The Crow”.
Pero aparte de todo lo aprendido, también me llevo de este libro mensajes bonitos, inspiradores… Textos que me han dejado pensando sobre que la felicidad no debe depender de nadie más que de uno mismo. Frases que me han hecho plantearme que la verdadera familia a veces se encuentra a lo largo del camino. Instantes que me han demostrado que las circunstancias más extraordinarias de la vida, suceden al margen de todas nuestras previsiones… Y es que ha sido precioso recorrer este viaje al lado de Natalia y Henry.
Y bueno, no os voy a engañar, tengo la sensación de que hacía décadas que no me divertía tanto con un libro. Que si exorcismos, que si la prima Mildred, que si un árbol robado, que si un mayordomo armado… ¿Y lo mejor de todo? Los diálogos. Que para mi gusto, la autora, ha sabido jugar muy bien con ellos… En serio, si hay algo que amo de los libros de Mónica Gutierrez es su humor, pero es que esta vez se ha superado.
Además, os prometo que los libros de esta autora no necesitan de hechizos, ni de varitas, ni de fuegos artificiales… Porque se nota que escribe con el corazón, por eso, siempre consigue hacer magia a través de las palabras, a través de sus personajes. Y por eso, este libro me ha dejado sin aliento y sin lágrimas…
En el interior de un castillo del siglo XVIII huele a Navidad o quizás, sean las recetas de Madeline, la cocinera, sea como sea, un fantasma al que le encanta el Oporto quiere abandonar este mundo y una mujer planea su tercera boda en el salón mientras una botánica y un abogado se miran a los ojos y comparten un beso bajo el muérdago.