Una vuelta al mundo. Una libreta llena de sueños. Una lista de música en la que está prohibida la entrada a cualquier canción que hable de amor. Y tres normas en cuanto al sexo; nada de casados, nada de mezclar trabajo con placer y nada con personas mayores de treinta años. Así es Verónica, más conocida como, “el bloquecito de hielo”. Y es que, después de lo que ocurrió con el padre de su hija, Zoe, dejó de creer en el amor para siempre, pero ha llegado el momento de aprender que la única manera de coger un buen tren a tiempo es habiendo perdido el anterior…
Perder el miedo a comenzar algo nuevo, le hará conocer a Naím, que por supuesto, no cumplirá ninguna de las normas de Verónica y también, le llenará la vida todo tipo de canciones de amor... Una copa de vino, bailes bajo la luna y besos en la playa es lo que les espera a nuestra pareja favorita, pero también el miedo a decir, “te quiero”... Una historia que empieza llenándose con mentiras piadosas y acaba ocultando toda clase de verdades.
“En lo malo. En lo bueno. Y en lo mejor.” Así es como definen su amistad el “Comando chuminero”; Verónica, Mercedes, Amara y Leo. Y es que si algo me ha gustado de esta novela es ver el amor sincero que existe entre todos ellos. Además, otra cosa que me encanta de los libros de esta autora es ver los lazos familiares que crea a través de sus personajes y esta vez, no iba a ser menos porque desde luego que la familia Acosta ha venido para robarnos el corazón al puro estilo de “Pasión de gavilanes”.
Lo que está claro es que “¿Y si lo probamos…?”, tiene un buen inicio y un gran final, pero reconozco que la parte que une una cosa con la otra, se me ha hecho algo repetitiva que no, aburrida. No confundamos términos. Pero sin duda, Megan Maxwell podría haber aprovechado más la trama que tenía entre las manos y haber jugado más con ella… Al final, estamos hablando de una vuelta al mundo que dura veinticuatro tristes páginas con escenas de sexo bastante sencillas para lo que nos tiene acostumbrada la autora...
Y es que no voy a engañaros, me encanta leer novela erótica y me encanta leer los libros de Megan Maxwell de este género, pero esta vez es que no he disfrutado apenas de este tipo de escenas porque la mayoría me han parecido que estaban escritas deprisa y corriendo y se de sobra que la autora puede hacerlo mejor porque lo ha demostrado en diversas ocasiones... Entonces, por esa parte, me he quedado un poco fría. Y con esto no me refiero a la cantidad de escenas sexuales que encontramos en el interior, sino a la calidad de cada una de ellas… Digamos que me ha faltado más morbo, más variedad, más juego… Pero aun así, me gustaría comentar ese guiño que hay a una de sus mejores sagas, “Pídeme lo que quieras”, porque me ha sacado una sonrisa gigante.
Por otra parte, una de las cosas que más me ha gustado de este libro es lo bien documentado que está. De hecho, me ha sorprendido mucho porque a nivel turístico la autora nos lleva a todos los rincones de la isla de Tenerife, contándonos muchos datos y curiosidades, al igual que pasa cuando nuestra protagonista viaja a Texas, Argentina y Sudáfrica… En serio, si de algo me ha entrado ganas después de leer este libro es de hacer las maletas. Y por otro lado, no se si la autora será experta en vinos, pero desde luego que ha sabido llenar estas páginas con toda clase de detalles respecto a esta bebida que a mí, sinceramente, me han fascinado.
Se que pronto saldrá la historia de Liam, el hermano de Naím y la verdad es que después de haberlo conocido en este primer tomo, tengo muchas ganas de conocerlo más a fondo y de vivir con él, el final feliz que se merece.
En conclusión, “¿Y si lo probamos…?”, es el libro perfecto para leer con una buena copa de vino. Una historia perfecta para desconectar de la rutina del día a día y una novela que sabrá engancharte al puro estilo Megan Maxwell.