Marco lleva tiempo viviendo a medias porque no soporta la idea de avanzar y dejar atrás algo que ya no existe. Erin ha vuelto porque necesita cerrar partes del pasado para poder avanzar. Diez años han pasado desde que se vieron por última vez… Y ahora, solo les queda un sin fin de oportunidades y sueños deseando reemplazar todo lo malo y dejar solo el recuerdo de lo que una vez fueron juntos.
“Tú tan refugio y yo tan a la deriva” es la última entrega de la serie, “Sin mar” y si hay algo que se me da mal en esta vida son las despedidas. Así que no os voy a engañar, no estoy bien... Ahora mismo, solo quiero hacer las maletas y comprarme un billete de ida a la urbanización de Sin Mar. Así que si en unos días no doy señales de vida, ya sabéis donde estoy. Por favor, no buscadme.
El paso de los años y como han ido cambiado las vidas de los cuatrillizos, ha sido sin duda, mi parte favorita de este libro. Y es que para qué vamos a engañarnos, no hay cosa que me haga más feliz que un libro lleno de niños. Ver el jardín atestado de risas de los hijos de Julieta, Diego, Esme, Nate, Alex, Eli, Amelia, Einar… Me ha dejado con una sonrisa enorme durante toda la novela. Y es que si estos libros son tan especiales, es justo por los lazos familiares que los une a todos. La familia que crean entre todos ellos y de la que te hacen partícipe como si fueras uno más… Por eso, creo que no me hubiese importado leer diez mil páginas más porque a mí ver hasta la lista de la compra de esta gente me pone contenta.
Este libro me ha hecho feliz en muchos aspectos, pero al mismo tiempo, Cherry Chic, ha conseguido desangrarme. Y sí, me voy a poner un poco melodramática, pero es que no os imagináis todo lo que he sufrido con la historia de Marco y Erin. A ellos ya los conocimos en el primer libro; él por ser el sobrino de Diego, ella por ser una de las niñas que Amelia ayudó en la asociación en la que trabaja.
Un pasado difícil, eso es lo que les tocó vivir a nuestros protagonistas. Vivir en un barrio conflictivo con unas madres que no les querían donde los abusos sexuales y golpes eran su pan de cada día… Sobrevivir no fue sencillo, pero lo consiguieron gracias al amor que sentían el uno por el otro. Mantenerse con vida y huir era el plan. Pero todo cambió cuando Marco encontró a su familia paterna y Erin tuvo que volver a Irlanda tras el fallecimiento de su madre. Y todo esto, la autora te lo va contando de una manera que te desgarra las entrañas, te parte el alma y te deja con todos los sentimientos a flor de piel. Es más, pocos libros consiguen hacer que me quite las gafas y me restriegue la cara para intentar aclararme los ojos, pero ha habido momentos en que las lágrimas lo llenaban absolutamente todo. Y de verdad, os prometo que nunca he sentido tantas ganas de gritar y tanta impotencia leyendo una novela…