Somos tan extraños que…
… preferimos tener un día para el amor en vez de
365 días al año.
… hasta que no den el primer paso no vamos a dar el
segundo.
… confundimos diariamente las palabras gustar,
querer y amar.
… nos
conformamos con una buena noche de sexo antes que un amor para toda la vida.
… no le
tenemos miedo al amor sino al olvido.
… cuando
queremos olvidar solo conseguimos recordar más.
… sentimos
celos cuando no estamos seguros de nada.
… ignoramos a las personas para ver si estas nos
hacen más caso.
… nos gusta
gastar caracteres mientras pensamos en alguien.
… nos mirarnos
tras la pantalla en vez de a la cara.
… preferimos soñar despierto con la persona que
queremos a nuestro lado en vez de plantarnos y decirle lo que sentimos.
… cada
noche nos abrazamos a algo imaginando que será ese alguien especial.
… nos
pasamos la vida planteándonos si las casualidades existen o no y por esta
razón, muchas veces nos olvidamos de que la palabra corazón lleva consigo la
razón.
… decimos tener mariposas en el estomago cuando
solo estamos ilusionados.
… las personas que dicen: “Yo no estoy hecha para
el amor” acaban encontrándolo antes que las que llevan toda su vida soñando con
él.
… rechazamos a quien de verdad siente algo por
nosotros para irnos con el que no siente nada.
… aunque sepamos que no compartimos los mismos
sentimientos decidimos engañarnos a nosotros mismos.
… nos empeñamos en querer solo a una persona cuando
existen infinitas para amar.
… nos sentimos culpables al decir lo que pensábamos.
… decimos que somos capaces de soportarlo todo y
luego no aguantamos nada.
… las verdades nos duelen pero las mentiras nos
matan.
… preferimos mentir a decir la verdad.
… nos maquillamos para esconder nuestros defectos
en vez de mostrarnos tal cual somos.
… preferimos seguir con la rutina para no estropear
nada.
… tenemos miedo de cambiar por miedo a no encontrar
algo que merezcamos.
… apenas nos reconocemos cuando ha pasado el
tiempo.
… decidimos cambiar para gustar más.
… hasta que no consigamos querernos a nosotros
mismos jamás llegaremos a sentir más que admiración hacia alguien.
… lo comparamos todo para ver si estamos yendo por
el buen camino.
… nos juntamos para ver si podemos entendernos.
… necesitamos comprar algo para demostrar lo que
sentimos.
… no sabemos lo que comprar.
… nos conformamos con poco pero siempre queremos
más.
… compartimos una parte de nosotros y no todo lo
nuestro.
… queremos que nos aconsejen, para luego, no hacer
caso a lo que nos dicen.
… todo lo que aconsejamos no lo ponemos en práctica.
… de alguna manera u otra acabamos sintiéndonos
identificados con cada nuevo libro leído, cada película o cada simple canción.
… nos torturamos con canciones sentimentales cuando
estamos tristes.
… queremos un final de película y no nos damos
cuenta de que las películas acaban pero la vida sigue.
… muchas veces preferimos leer la palabra “Roma” al
revés.
… decimos morir de amor pero a la hora de la verdad
nadie se muere.
… decidimos culpar antes que admitir nuestra
culpabilidad.
… preferimos no sentir nada cuando queremos un todo.
… nos comunicamos con diminutivos con las personas
más grandes.
… preferimos mandar indirectas en vez de directas.
… solo nos percatamos de las cosas cuando ha pasado
el tiempo.
… preferimos decir hasta luego en vez de adiós con
la esperanza de volver a ver a esa persona.
… nos ceñimos al prototipo de amor en vez de
inventar uno propio.
Somos tan extraños y a la vez tan
corrientes… que a veces simplemente pienso en cómo sería realmente ese
sentimiento si no hubieran inventado eso a lo que llaman amor, si Cupido no nos
hubiese lanzado las mismas flechas a todos.