Mírame a los ojos y
dime cuantas veces te has sentido solo. Mira a las estrellas y dime cuantas
veces te has preguntado si hay alguien más en este caos al que llaman “universo”. Tantos planetas a nuestro
alrededor, tantas galaxias sin descubrir… y quizás, todo este tiempo, nunca
hemos estado solos.
La muerte y un enemigo en común es
lo que convertirá a Sofia Quinn
y Gideon Marchant
en aliados, pero serán los secretos, la sed de venganza y la desconfianza lo
que hará que su historia nunca llegue a encajar. Porque a pesar de sus
sentimientos… hay cosas más importantes por las que luchar.
Llega el final de la trilogía, “El amor contra el universo” y aunque cuenta con una buena
premisa, siento decir que, para mí, no ha sido el mejor
desenlace para cerrar esta serie. Y lo cierto es que me da bastante
rabia porque esta tercera entrega tiene unos buenos ingredientes; los
personajes, la ambientación, la trama. Pero todo se queda plano, insulso… Y es que siento como si a las autoras; Amie Kaufman y Meagan
Spooner, se les hubiese olvidado lo más importante; transmitir y emocionar.
En el primer libro “Atados a las estrellas” sentimos como los sentimientos de Lila y Tarver iban creciendo poco a poco. Con “Atados al mundo” vibramos con la adrenalina que despertaban Jubilee y Flynn. Pero en “Atados a la luz” Sofia y Gideon nos dejan como meros
espectadores que ni sienten, ni padecen. Sin embargo, si algo han hecho bien
las autoras con este último tomo, ha sido la manera de entrelazar a todos estos
personajes e hilar cada una de sus historias.
Monsieur LaRoux sigue queriendo dominar el universo y
para conseguir cada uno de sus objetivos, no le importará pasar por encima de
quien sea, incluso si eso significa experimentar con Los Susurros, esos seres misteriosos que han
estado detrás de las vidas de nuestros protagonistas. En este tercer libro, Amie Kaufman y Meagan Spooner nos
acercan a estos seres y ponen respuesta a todas las preguntas que nos hemos
estado haciendo desde el principio de la serie; ¿Qué son? ¿Cómo llegaron Los Susurros a manos de LaRoux? ¿Por qué algunos de
ellos deciden ayudar a los humanos y otros destruirlos? Y de alguna manera,
estas autoras también nos dejan reflexionando sobre lo que es capaz de hacer la
humanidad cuando no entiende algo, cuando teme a lo desconocido.
Y puede que haya sido justo eso, las reflexiones que encontramos a lo largo de estas páginas, lo que más me
haya gustado de “Atados a la luz”. Sofia y Gideon tienen que afrontar la
pérdida y superar el odio como Lila,
Tarver, Jubilee y Flynn tuvieron
que hacerlo en su día. Y aprender a ser feliz a pesar de todos los momentos de
tristeza, de dolor… es una de las mejores lecciones que nos dejan Amie Kaufman y Meagan Spooner. Porque al final son nuestras elecciones las
únicas que nos definen.
En cuanto al romance entre Sofia y Gideon he de admitir que su primer contacto, a pesar del instalove que pudiese haber, me gustó.
Sus tiras y aflojas, sus secretos… Pero luego todo se vuelve caótico. Empiezan las prisas, las bipolaridades y el relegarlos a un tercer plano
porque ahora no son importantes… Y creerme, con todo el relleno que
hay en este libro; de cosas irrelevantes para la trama,
de tecnicismos que no le aporta nada a la historia, de detalles sin
importancia, de capítulos en los que no pasa NADA… No hubiese estado
nada mal darle más vida a esta pareja o llenar de algún sentimiento su
relación.
En conclusión, “Atados a la luz” ha sido la guinda
final, pero apenas le ha dado sabor a esta trilogía. Porque, aunque conozcamos
como acaba todo; lo que pasa con los planes de LaRoux, lo que son capaces de
sacrificar nuestros protagonistas por salvar el universo, la importancia de Los
Susurros en toda la trama… Creo que a las autoras les ha faltado mucha magia y
efectos especiales para hacer así, un final de infarto, el final que estos
libros se merecían.