Leer “La canción del fiordo” de Julia de la Fuente ha sido todo un viaje y no solo porque a través de las páginas nos trasladamos a Dinamarca en pleno siglo XIX, sino porque nada más abrir el libro es como si te quedaras atrapado entre el papel y la tinta, como si cayeras en un nuevo mundo y no pudieras salir de él… Hasta llegar al final, hasta resolver el misterio que rodea el lago, hasta dejarte los pies bailando en cada baile, hasta descubrir quién está detrás de todos los asesinatos, hasta entregarle tu corazón a la persona correcta…
Y es que si en algo es experta esta autora es en mantener la intriga hasta el último momento. Es increíble cómo consigue confundir al lector, como juega con él en cada capítulo hasta hacerlo gritar de la emoción o chillar de la impotencia. Una batalla constante entre; “no quiero acabar este libro” y “es que necesito seguir leyendo”. De hecho, me ha resultado muy sencillo imaginar a Julia de la Fuente escribiendo esta novela. Absorta del mundo real, tecleando con fuerza cada letra, sintiendo esta historia en cada latido y haciéndola real a través de todas esas emociones que consiguen traspasar el papel.
A esta novela no le falta absolutamente nada. Para empezar la dedicatoria de este libro ya sabe tocarte el corazón y los agradecimientos finales te dejarán con los ojos llenos de lágrimas. El principio de esta historia es explosivo porque en muy pocas páginas la vida de Victoria da un giro de ciento ochenta grados y la cosa no hace más que mejorar por momentos. Una historia de amor que no dejará que parpadees en ningún instante y una trama llena de misterio que te mantendrá en todo momento en vilo. Pero los que hacen que todo esto tenga sentido son el séquito de personajes que componen esta historia. De hecho, si tuviera que destacar a un solo personaje, sería el de la madrastra de Victoria, Ingrid, que para mí se ha convertido en uno de los mejores personajes de la literatura actual. Hay muchos más, como Margrethe y Hans, los hermanos de la protagonista. Johann y Søren, sus pretendientes… Pero sin duda, quien brilla en esta novela con luz propia es Victoria.
Nuestra protagonista tendrá que lidiar con un corazón hecho pedazos y también con una casa repleta de fantasmas. Sin contar con el hecho que desde la llegada del capitán, el pueblo se ha llenado de personas desaparecidas y cadáveres en el fiordo…
“La libertad siempre merece la pena” y William Shakespeare en un montón de versos. Una insignia decorada con un hacha y un pico de pájaro. Una estrella de hielo incrustada en la piel y un apellido maldito. Beber gløgg y no parar de bailar en la noche de Fastelavn. La mitad de unas tijeras de hierro como la más letal de las armas y un fusil sin cargar. Uno, dos, tres y hasta seis desaparecidos. Alimentar a los nisse y un ogro como guardián de un bosque encantado. Un pájaro con los colores del amanecer y dos perros de pura raza danesa. Un galanto en las manos de un capitán y la palabra, “golondrina” en los labios de un príncipe. Un silbato de plata y unos puros exportados desde España. “Jamás confíes en la promesa de un hombre” y Victoria a punto de casarse con alguien al que no ama… Una canción que suena desde el lago y la guardiana de la niebla.