¿Y si no sabemos lo que
va a pasar mañana porqué nos empeñamos en planificar todo nuestro futuro? Como
si éste siempre fuera estar allí, esperándonos… Como si el presente apenas
importara porque todas nuestras metas, todos nuestros sueños, todos nuestros
esfuerzos solo valieran la pena allí… Junto a ese certificado oficial, junto a
ese trofeo, junto a esa semana de vacaciones que tanto dinero nos ha costado
ahorrar… Pero, ¿qué es lo que pasaría si en tan solo un segundo todo ese futuro,
todo por lo que estabas luchado… dejara de existir?
Las secuelas que el accidente había
dejado en las vidas de Hannah y Nick, no estaban siendo
fáciles de combatir, sobre todo, porque día tras día, año tras año… se habían dedicado
a luchar por hacerse un hueco entre los mejores patinadores de danza sobre
hielo. Un sueño que ahora se encontraba enterrado entre recuerdos y cicatrices…
Volver de nuevo al hielo parecerá
imposible para nuestros protagonistas, pero quizás, solo hará falta hacerle
frente al pasado y tener a un ruso cabezota como Mikhail cerca, para poder empezar de cero.
La primera novela de Virginia S. McKenzie, “Tan solo un segundo”, ya es una realidad y si todavía no lo
has leído, no sé a qué estás esperando porque de verdad que Virginia ha nacido para ser escritora. De hecho, me sigue
sorprendiendo lo bien escritas que están estas páginas, ya que en ningún
momento me ha dado la sensación de que fuera su primer libro.
Y bueno, no voy a engañaros, leer
esta historia me ha dado unas ganas tremendas de calzarme unos patines y salir
a la pista de hielo… Y mira que la última y la primera vez que lo hice, acabé
más tiempo en el suelo que patinando. Pero es que la autora se ha documentado
tan bien y ha puesto tanta pasión en desarrollar todo lo referente al patinaje
artístico que, de verdad, me ha contagiado su espíritu. Además, es la primera vez que leo una novela ambientada en este universo sobre el
hielo y decir que me ha encantado es quedarme corta.
Y si a esto le sumamos el buen
gusto de la autora… Porque enserio, no he podido disfrutar más con sus referencias a “Disney”,
“Marvel”, “El señor de los anillos” y por supuesto a “Harry Potter”. O sea, ha sido imposible no sacarme una
sonrisa gigante en estas escenas y eso solo ha conseguido que ame aún más estas
páginas.
Pero si por algo brilla de verdad
esta historia es gracias a sus personajes. Virginia S. McKenzie ha logrado dar
vida a unos protagonistas muy buenos, pero a unos secundarios todavía mejores. Y es que, podemos confirmar que he amado muchísimo, muchísimo, muchísimo a la mejor
amiga de Hannah, Abby, de hecho, creo que me
iría con ella a todos los conciertos de los “Harry
and the Potters”. Y
pensándolo bien, les he cogido tanto cariño a todos los personajes que creo que
no me importaría leer alguna historia independiente sobre alguno de ellos… (Tris, ejem, ejem… Mitch y Max, guiño, guiño) Así que a todas
aquellas lectoras a las que les guste emocionarse con el pasado de los
personajes y a su vez, reírse con ellos, con sus ocurrencias, con su forma de
ser, como si en vez de estar leyendo su historia, estuviera interactuando con
cada uno de ellos… Este libro no es que les vaya a gustar, es que directamente
se va a colar entre sus favoritos.
Y si el tema de la amistad me ha
encantado tanto, he de admitir, que me ha pasado todo lo contrario en lo
referente al romance. Sobre todo, porque desde el primer momento, he sentido
que Hannah ya estaba enamorada de Mikhail y viceversa. Y vale que
era su ídolo desde pequeña, pero, eso no justifica la intensidad de algunas
escenas, ya que incluso, han llegado a sacarme de la trama en varios momentos de
lo irreales que me han parecido; bien por lo que les sucedía o bien por lo que
se decían… Aun así, no es que me haya disgustado del todo, pero sí que creo que
se podría haber mejorado mucho esta parte. De hecho, la relación que crea la
autora con Nick y Abby, sí que me la he creído
y sí que la he llegado a disfrutar.
Y hablando de enriquecer estas
páginas, creo que me ha pasado algo parecido con el final… Que se me ha hecho
como muy repentino, o sea, he tenido la sensación de que la
autora se ha puesto a cerrar todas las tramas que quedaban abiertas como con
prisas y no se… quizás es que yo no quería que acabara la novela,
pero se me ha hecho todo muy precipitado.
En conclusión, “Tan solo un segundo” es como esa ave
fénix que consigue resurgir de sus cenizas cuando todo está perdido. Una
lección de vida que nos deja reflexionando sobre la magia de las pequeñas cosas
y sobre ese pasado que muchas veces, no nos deja avanzar.
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