Si tuvieras que decidir entre pasado o futuro, entre tus
recuerdos o nuevos instantes… ¿Qué elegirías? ¿Volver la vista atrás o mirar
siempre hacia delante?
Sigrid hace mucho tiempo que decidió enterrar sus
recuerdos para poder centrarse mejor en todo lo que la vida tenía
preparado para ella… Pero ahora, atrapada con su expareja entre los vagones del
Venice-Simplon Orient Express y gracias al sabor de una crema de bogavante o a la
melodía de una canción… Regresar al pasado será algo muy fácil, afrontarlo,
quizás… no tanto.
Mónica Gutiérrez, nuestra escritora favorita de feelgood,
vuelve con su última novela, “Próxima estación”. Un viaje sobre ruedas donde pasearemos por la historia del Orient Express; cómo se
creó, como se reformó, quien habitó sus vagones, sus mejores anécdotas… ¿Y qué
os voy a decir yo? No hay nadie
mejor que Mónica Gutiérrez para aprender un poco de historia. Además, en este recorrido también seremos testigos de
Sigrid viajará por el corazón de Europa junto a su compañera de trabajo y amiga, Ángela y junto a su inseparable conejo, Houdini, pero entre vagones y gracias a la convención anual hotelera a la que asiste, Sigrid, conocerá al increíble Gilberto, Agente de Acompañamiento, que se encargará de enseñarnos todas las curiosidades del tren y a David Atwood, nuestro Ed Sheeran particular, entre otros muchos personajes…
Y bueno, supongo que a estas alturas de la
reseña os estaréis preguntando qué pasa con Pol, el ex de Sigrid y la verdad que es un personaje al que merece
la pena descubrir por uno mismo, sobre todo, porque tiene tantas ganas de
conseguir una segunda oportunidad con Sigrid que es capaz de todo… Y es que si por algo me ha
gustado tanto este libro es por la magia que tiene esta relación; una simple caricia,
una mirada… Y a mí es que se me paralizara todo el corazón. Así que, de verdad, si eres una amante
del romanticismo no te puedes perder este libro y si es acompañada
de una taza de chocolate en un día de tormenta mejor que mejor, aunque bueno,
no estaría de más tampoco unos macarons de pistacho del chef Fabregat o en su
defecto, tener una máquina de mantequilla a mano. (Enserio, cuando acabéis el libro vais a necesitar una de estas.)
Si este libro se diferencia del resto, es por ese toque inspirado en “Alicia en el país de las maravillas”; un conejo, un laberinto, una chica perdida, el tic-tac del reloj… Y es que, como no podría ser de otra manera, este viaje en tren se llena de personajes de lo más entrañables a los que es muy fácil coger cariño. Y no, no os voy a engañar si algo no supero nunca de los libros de esta autora son las despedidas porque de verdad, son tan peculiares sus protagonistas que no es fácil decirles adiós.
Gracias también a todas las reflexiones que encontramos entre sus páginas, las palabras de Mónica Gutiérrez son como una especie de medicina para los lectores. Y en esta ocasión, la autora, nos habla de la importancia que tiene quererse a uno mismo y nos invita a meditar sobre cómo cambia la historia según quien la cuenta, según la perspectiva, según el paso del tiempo…
Además, si no me canso nunca de
recomendar a esta escritora, es
porque sus novelas consiguen hacerme sentir bien por dentro, bien conmigo misma
y siempre que miro las estanterías y encuentro uno de sus libros me invade la
nostalgia por aquellos personajes que dejé atrás y que están ahí, esperándome a
que regrese... No sé… creo que Mónica es experta en crear historias
de lo más entrañables y que con poco, consigue MUCHO.
“Próxima estación” es tiempo para pararnos a respirar y darnos cuenta de lo que realmente queremos hacer con nuestra vida. Es tiempo para curar las heridas del pasado y para perdonar… Porque como dice una de mis escritoras favoritas: “Nadie pasa indemne por la vida, excepto las amebas”. En conclusión, “Próxima estación” es un viaje hacia atrás, pero solo para tomar impulso y seguir rumbo hacia delante.
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