Felicidad, esa palabra
que nos hace soñar con cosas imposibles de alcanzar… El amor de tu vida
diciéndote una y otra vez eso de “te
quiero”, un trabajo con el que no te importa madrugar porque es maravilloso,
montar en helicóptero, nadar con tiburones… ¡Qué se yo! Pero, ¿qué pasa cando consigues
todo lo que quieres? ¿Qué pasa cuando aun teniéndolo todo, no llegas a sentirte
bien, sentirte feliz?
A Sara le sucedía algo así… Desde que Aarón había llegado, su vida
se había convertido en uno de esos cuentos con final feliz, pero lo que Disney
nunca nos narra es lo que pasa cuando el príncipe y la princesa tienen un hijo,
la princesa por fin tiene un trabajo decente como diseñadora de vestuario de
una película y el príncipe ha dejado de resultarle interesante, sexy… Y sí, en
eso se había convertido la vida de Sara después de “No culpes al Karma de lo que te pasa por gilipollas”.
Y la pregunta es… ¿Era
necesaria esta segunda parte? Para mí, la respuesta es un gran NO.
Especialmente porque no he podido evitar tener sentimientos encontrados a lo
largo de las páginas. Laura Norton, la autora, le ha dado la vuelta a la
tortilla a todo lo que sucedió en el primer tomo, porque si en la historia
original vimos a una Sara enamorada
de Aarón, el novio de su
hermana, en esta segunda parte, nos encontramos en una situación paralela en la
que Sara empieza a
sentir cosas por Roberto,
su ex, que ahora mismo, se encuentra en una relación con su hermana…
Se podría decir que Sara, no está pasando por el
mejor momento de su vida, de ahí que en esta segunda parte esté tan
desequilibrada y con la autoestima tan baja, tanto, que incluso en esto tomo,
me ha empezado a caer un poco, un poco solo, de verdad, mal. Con lo que yo la
amé en la primera parte… Y claro que estoy convencida de que ese era el
propósito de la autora, pero no he podido evitar que su actitud me
desesperase en muchas ocasiones, al igual que tampoco he podido evitar, que
estas páginas me dejaran con un poco de sabor agridulce.
Pero lo cierto es que “Ante todo, mucho Karma” es una novela divertida, de esas que te hacen reír a carcajadas,
en eso la autora, no me ha defraudado. Y es que si en la primera parte, nuestra
protagonista, tuvo que vivir toda clase de situaciones surrealistas… En esta, hasta pensarás que Sara está viviendo un sueño
o una pesadilla, según se mire... De ahí, que la veamos escapando por andamios, escondiendo a su madre porque
tiene la cara deforme, enseñando una teta en Youtube, asaltando teatros con sus
mejores amigos, bañándose vestida con su ex en la piscina de casa de sus
padres…
Y sí, lo que de verdad le pasa a nuestra Sara es que sigue colgada del
pasado y cuando piensa en el futuro le entran todos los miedos habidos y por
haber por eso su relación con Aarón
no avanza… Y de ahí, que yo como lectora haya sufrido hasta al final por
ver con quien se iba a quedar.
Es real que la autora ha apostado
por esta especie de triángulo amoroso, pero lo cierto es que también le ha
añadido más ingredientes a la trama que tienen que ver con el tema de la
maternidad y esa parte que reluce menos, esa parte que no es tan feliz y eso,
me ha gustado mucho, al igual que me ha encantado como ha hablado del
poliamor o del miedo a envejecer. Temas, que ha sabido encajar a la
perfección como si de un puzle se tratara, dándole sentido a todo hasta llegar
a un final que sabe dejarte con una sonrisa gigante en los
labios.
En conclusión, si algo
tiene Laura Norton es la capacidad de atraparte entre sus páginas porque a
pesar de esas pequeñas cosas que me han chirriado, he de admitir que he
devorado esta historia, que no he podido de dejar de leer en ningún momento y
que me lo he pasado genial leyendo esta secuela. Pero aún así, sigo pensando que no
era necesaria esta segunda parte, aunque al mismo tiempo, estoy muy agradecida a
la autora por haberla escrito y haberme hecho pasar un rato extraordinario.
¡MUCHAS GRACIAS A LA EDITORIAL POR EL EJEMPLAR!
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