Regresar a Port Pleasant, sentir que nada ha cambiado que todo sigue
igual... Es curioso como un lugar de ficción puede hacerte sentir que estás en
casa. Y es por ello, que la trilogía “Cruzando
los límites” es algo mucho más que tres historias; es un sitio al que escapar,
un hogar al que regresar, unos amigos para siempre recordar… Y es que María
Martínez, la autora, ha sabido darle vida a estas páginas de una forma tan real
que cualquiera de sus personajes podría recogerte en cualquier instante para
llevarte a tomar unas (sin) al
Shooter.
Ya
conocimos a Spencer y Eric en las anteriores
entregas, pero esta vez les toca a ellos ser los protagonistas de su propia
historia. La vida no se lo ha puesto fácil a ninguno de los dos, su pasado les
ha convertido en unos sobrevivientes y es por ello, que conocerse no hará otra
cosa que desafiar todas sus normas.
Tras
una infancia dura en la que solo contaba con el apoyo y cariño de sus amigos, Spencer, ha encontrado la
estabilidad en pequeñas cosas como; vivir en las afueras de la ciudad, trabajar
como camarera en el Shooter y plasmar sus odiseas en lienzos… Todavía hay veces
que las pesadillas vuelven a colarse en su alcoba; días en que las
inseguridades regresan, noches en la que los miedos se hacen más grandes. Sin
embargo, la llegada de Eric
a Port Pleasant hará que por una vez en mucho tiempo se sienta comprendida, se
sienta querida. Él sabe lo que es crecer sin el amor de una familia. Además, durante
toda su vida se ha dedicado a viajar por todos los rincones del mundo pero
jamás, ha logrado encontrar su sitio, su hogar. Su llegada a este pequeño
pueblo no solo le dará la oportunidad de conocer a su verdadera familia sino
también, de formar una vida en la que poder echar raíces.
Spencer y Eric forman un buen equipo y
es esa conexión que tienen lo que hace que no puedas concebir el uno sin el
otro. Ambos se complementan y no tienen que fingir ser lo que no
son en ningún momento para así, satisfacer al otro. Creo que sin
lugar a dudas, esa es una de las cosas que más me ha gustado de su relación. Su
historia nace de una pequeña amistad y va creciendo a fuego lento a través de
las páginas. Varias sorpresas en la trama será lo que les haga madurar antes de
tiempo, pero su forma de ir afrontando las cosas será lo que haga que
estos personajes marquen un antes y un después.
Para mí, la GRAN revelación de esta trilogía ha sido el personaje de
Spencer. Su evolución desde el primer libro de la serie hasta este
final es asombrosa y cuando lees su historia y conoces de primera mano cada una
de sus heridas… Es casi imposible que no se cuele dentro de ti. Un personaje desde luego con el que poder empatizar. Por otra
parte, Eric y su forma tan desinteresada de ayudar me ha conquistado, al igual,
que verlo integrarse entre los Kizer, su familia. Pero todo hay que decirlo,
que sea fan de “Las chicas Gilmore”, me
ha enamorado, tanto, como imaginarlo con su uniforme de bombero.
Sobra
decir que ambos son unos personajes independientes, fuertes y con mucha
personalidad y eso es lo que hace que esta historia sea tan profunda a nivel
sentimental. La narración se llena de citas para reflexionar pero
es el toque de humor en los diálogos, lo que hace que esta historia se llene de
picardía y risas. Y es que, la autora, ha sabido combinar a la
perfección este contraste de emociones.
En
esta nueva historia, María Martínez, nos deja con nuevos personajes que desde
luego, no pasan desapercibidos. Creo que no hay nadie más adorable que Travis y la pequeña Maddie. Sin duda, una nueva
generación de Kizers, llegados al mundo o a estas páginas, con la única misión
de conquistar nuestros corazones. Además, el viejo cascarrabias de Chad, la doctora Leigh o el compañero de trabajo de Eric, Moby, forman parte de esos
personajes secundarios con los que enseguida acabas conectando.
Destacar
también, que una de las cosas que más esperaba de este libro era saber cómo
seguirían las vidas de los personajes de “Cruzandolos límites”, Caleb y Savannah, pero sobre todo
MORÍA por saber lo que había pasado con Tyler y Cassie tras el final de “Rompiendolas Reglas”, uno de los libros más especiales de toda mi estantería. Y solo con pensar en la amistad que se respira a través del papel y en maravilla
que ha hecho la autora en este último tomo con todos los personajes, me entran unas ganas tremendas de releer la trilogía desde el principio. Niños,
boda, sueños, futuro… Sin duda, el final feliz que todos se merecían y una
forma excelente de despedirse de cada uno de los protagonistas que componen
esta serie. De ahí, que el epílogo final haya sido una de esas escenas en
las que te quedarías a vivir eternamente.
Puede
que de los tres libros, “Desafiando las normas” haya
sido el libro más maduro de los tres. No sé cómo sería la primera versión que
la autora escribió sobre estos personajes, pero lo que sí sé, es que fue de lo
más valiente al reconstruir cada detalle y empezar así desde cero porque el
resultado ha sido brillante. Sin duda alguna, María Martínez ha
conseguido crear nuevamente una historia con luz propia, manteniendo, al mismo
tiempo, un vínculo de unión con las dos entregas anteriores.
Además,
que este sea el final de una de las trilogías que más me han marcado a lo largo
de estos años, solo hace que me cueste más decirle “adiós”, aunque admito que quiero, necesito, deseo y
espero que sea un “hasta pronto”, más aún, con ese frente que la autora
deja abierto sobre el personaje de Derek, el hermano pequeño de los Kizer. Un spin-off, así, como el
que no quiere la cosa sería TAN maravilloso…
En conclusión, María Martínez nos sorprende en esta última entrega con
una historia que gira alrededor dos personas que están unidas a través de un
lazo rojo. Un vínculo tan fuerte que será capaz de cruzar los límites, romper
todas las reglas y desafiar cada una de las normas.
¡MUCHAS GRACIAS A LA EDITORIAL POR EL EJEMPLAR!
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