Imagina que te vas a una casa rural a celebrar la noche de fin de año. Imagina que a ese viaje se apuntan tu hermana y unos cuantos amigos más entre los que destacan; tu compañero de piso del que estás completamente enamorada y el ex de tu hermana, al que casualmente, te has tirado hace unos días en el aseo de una discoteca… Y no solo eso, imagina que de pronto abres una puerta y en tu retina se graba la imagen de tu compañero de piso haciéndole una mamada al ex de tu hermana… Imagina por un momento lo que sería leer, “Tres (no) son multitud”.
Sé que decidí que no iba a superar este libro a las ocho y veintitrés de un miércoles por la tarde. No me preguntes si hacía frío, si hacía calor porque de lo único que me acuerdo es de las ganas que tenía de volver a empezar el libro y de las ganas que tenía de ponerme a llorar en un rincón… Aunque, quizás, hubiese sido más fácil buscar en google, “como salir de un vacío existencial”, porque así es como este libro me había dejado… Pero claro, yo solo tenía la cabeza para pensar en ellos… Rodrigo, Lía y Natán.
“Tres (no) son multitud” es la segunda parte de “Cómo (no) enamorarse”. Y no voy a engañaros, tenía tantas ganas de volver a reencontrarme con todos estos personajes que creo que hasta me temblaban las manos cuando abrí el libro por primera vez. Y es que Myriam M. Lejardi no ha escrito una novela, no ha contado una historia y ya… Myriam M. Lejardi ha dado vida a cada página de estos libros, transformando sus personajes de ficción en personas reales, tangibles… Con sus miedos, sus inseguridades, sus hoyuelos, sus lunares, sus tatuajes y sus maletas abiertas.
Enamorarse no es una mierda, lo que es una mierda es que te rompan el corazón… Y de eso saben mucho nuestros tres personajes. Por eso Rodrigo intentará convencerse de que no está enamorado de dos personas a la vez. Por eso Natán preferirá dudar de todo. Por eso Lía hará lo que sea por no perder a ninguno de los dos… Por eso entre los tres, crearán una lista llamada, “Normas para la custodia compartida de un follamigo”.
Este libro no pierde el humor al que nos tiene acostumbrados la autora, pero al mismo tiempo nos deja con una historia mucho más emocional que la anterior. Myriam M. Lejardi nos habla de los sueños, de volar alto… De la confianza en uno mismo y con otras personas… De las dudas y el miedo a no ser suficiente. Por eso, esta historia me ha dejado tanta huella. Por eso, este libro aparte de hacerme reír a carcajadas también me ha hecho llorar. Y es que no hay porqué dejarlo todo para cumplir un sueño porque lo que importa no es de qué trabajemos, sino lo que hacemos cuando acabamos… Porque al final, no hay nada más importante que estar rodeado de personas que te quieren mientras haces lo que de verdad te gusta.
Por otra parte, hay que admirar el buen trabajo que hace siempre la autora con el tema de la sexualidad. Como plantea ciertas situaciones y como ayuda a sus personajes y a sus lectores a resolver ciertas dudas. Lo importantes que son la comunicación, el respeto, el morbo, las fantasías… Además, seamos sinceros, si escribir sobre una relación de dos ya supone un reto, no me quiero ni imaginar lo que debe de ser crear una relación de tres, pero lo cierto es que Myriam M. Lejardi no ha podido hacerlo mejor, tanto a la hora de elaborar las escenas eróticas como a la hora de entrelazarlo todo y a todos sin dejarse ni un cabo suelto.
Al final, estamos hablando de un libro que se llena de música y no solo porque nuestros protagonistas, Rodrigo y Natán, formen parte de un grupo, sino porque el libro entero vibra con todo tipo de canciones. Letras que hablan de sentimientos y melodías que no te podrás sacar de la cabeza. De hecho, el libro cuenta con una setlist y unos bises que querrás escuchar en vivo directo.
Supongo que como a todo el mundo, las despedidas se me dan fatal, pero lo cierto es que les he cogido tanto cariño a estos personajes que hubiese dado cualquier cosa por un tercer libro que hablara sobre el personaje de Alina, la hermana de Lía, la exnovia de Natán… O que hablara de Oriol y todos sus amantes... Cualquier cosa para no tener que decirles “adiós”, ni a todos ellos, ni a Adrián y Nora porque a pesar de todo, siguen siendo mis personajes favoritos. Da igual que sean protagonistas de su propia historia o secundarios de esta… Da igual, porque con ellos empezó todo y ahora, no se como decirles, “hasta siempre”. Me estoy poniendo demasiado intensa, pero es que os prometo que no voy a superar estos libros en la vida.
No se si el tres se convertirá en mi número favorito a partir de ahora… Pero lo que sí sé es que, “Tres (no) son multitud”, ya forma parte de esos libros que son inolvidables para mí, de esos que te dejan una huella imborrable y que te invitan a leerlos una y otra y otra vez… De esos que cuando echas un vistazo a tu estantería, te lo quedas mirando y sonríes imaginando que estarán haciendo ahora todos esos personajes que pese al tiempo, que pese a todo, siguen formando parte de ti.
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