Veintisiete pruebas por cada año cumplido; hacer twerking, besarle la cabeza a un hombre calvo, tocarle la barriga a una embarazada, salir de fiesta en zapatillas de deporte… Tomarse un chupito en el cuello de un camarero. Así es como empieza la historia de Meadow y Duncan. Un cumpleaños, una noche, una botella de tequila y un beso inesperado…
La serie, “Un beso”, de Patricia Bonet, nos deja con una primera entrega divertida, emocionante y llena de personajes inolvidables. Una historia que nos enseña que las mejores cosas de la vida son las imprevistas porque llegan cuando menos te las esperas y están llenas de sorpresas. Y para mí, este libro ha sido justo eso, una gran sorpresa.
Y es que hay miradas que consiguen que el resto del mundo deje de existir, que el tiempo se paralice… Pero a pesar de la química y la física que Meadow y Duncan sienten el uno por el otro, no lo tendrán fácil. Lo suyo, además de ser una auténtica locura, también es bastante complicado, sobre todo, cuando descubren que él es el profesor del hijo de ella.
Amistad, familia y amor. Estos son los grandes ingredientes de este libro y los que consiguen que esta novela sea tan especial. Pero, las culpables de que esta historia me haya hecho soltar más de una carcajada son sin duda; Zoe, Buffy y Aiko, las mejores amigas de Meadow y las protagonistas de los siguientes libros de esta serie. Libros que por cierto, estoy deseando leer porque mi corazón, ahora mismo, pertenece a este pequeño pueblo perdido de Estados Unidos, llamado Variety Lake. Aunque, si hay alguien que se ha ganado por completo mi corazón, ese ha sido Ethan, el hijo de nuestra protagonista, al que ahora mismo, quiero llenarle la vida de abrazos.
Y bueno, no voy a negarlo, cuando quise darme cuenta, ya me había leído la mitad del libro y eso que soy una persona que lee lento, que le gusta tomarse las cosas con calma… Saborear cada palabra, recrearse en cada escena, releer una y otra vez las mejores partes… Pero es que os prometo que no he podido dejar de leer este libro en ningún momento. De pronto, estaba allí, alojada en una habitación del Bed & Breakfast, paseando por las calles de Variety Lake, comiendo wagashi en el Suki´s Coffee, cocinando tacos en familia, haciendo helado con las Green Ladies o pasando una noche inolvidable de margaritas con mis mejores amigas. Me he visto allí, rodeada de todos estos personajes, formando parte de esta pequeña gran familia que ha creado Patricia Bonet y me he sentido, simplemente, feliz.