Pensándolo bien, leer, tiene que ser algo parecido a cuando vas al teatro. Se abre el telón y empieza la auténtica magia… Pero muy pocos son conscientes del caos que puede haber en vestuarios en ese momento, de los cambios de guion y atrezo que se han realizado a última hora o de los problemas personales a los que se enfrenta cualquier actor fuera del escenario. Para ellos, el mundo empieza a detenerse justo en el momento exacto en el que se anuncia que faltan cinco minutos para que empiece la actuación y que, por favor, apaguen sus teléfonos móviles… A partir de ese momento, solo importa lo que tienes en frente, justo como cuando abres un libro por primera vez.
Elsa
Soler,
es la asistenta de dirección de uno de los directores más queridos de
Barcelona, Max Borges. Ambos,
junto a su grupo creativo, empezarán a ensayar, “Macbeth”, la obra de
teatro más oscura de Shakespeare, con el único objetivo de que Max Borges
alcance el éxito internacional que se merece. Pero a veces, soñar con los ojos
abiertos puede tener consecuencias…
En este libro encontramos una primera
parte, ambientada en Barcelona, en la que la autora nos narra las
peculiaridades de todos los personajes de esta novela, nos habla también del
porqué la obra escogida para representar es “Macbeth” y no “Hamlet”
y nos cuenta, sobre todo, como este grupo de personas tan dispares acabó
formando parte de la misma compañía teatral. En contraste, la segunda parte de
este libro está ambientada en Escocia y entre estrenos, fantasmas y bastones de
caramelo nuestros protagonistas empezarán a entender que no hay cosa que dé más
miedo que los “cambios”.
Como no podría ser de otra forma, viniendo de Mónica Gutiérrez, a este libro no le falta ningún detalle.
Se nota que la autora se ha documentado muy bien para crear esta novela y se
puede palpar su amor propio
por; Shakespeare, Barcelona y las Highlands. De hecho, me he visto
aprendiendo cosas de lo más interesantes sobre todo tipo de lugares, obras teatrales
o leyendas llenas de encanto.
Y bueno, no voy a mentiros, nada más leer el título de esta
novela supe que este, se iba a convertir en uno de mis libros favoritos de la escritora
y desde luego, que no me equivoqué, porque si hay algo que me gusta tanto como
leer es el mundo del espectáculo y para desgracia de Max Borges, los musicales son mi género
favorito. Así que no os podéis ni imaginar lo bien que me lo he pasado entre bambalinas. Podría
deciros incluso que de todos los libros que he leído de esta autora, este, para
mí, es el más divertido, ya que me he visto atrapada por un humor exquisito y por unos diálogos la mar de
ingeniosos. Aunque, no puedo olvidarme de mencionar, la historia de
amor que encontramos en su interior, el romance que se va cociendo a fuego lento desde el
principio, porque sin duda, ha sido otro de los ingredientes que han
logrado dibujarme una sonrisa de oreja a oreja.
Mónica Gutiérrez no solo me ha
hecho sentir como un personaje más dentro de todo ese grupo de actores y
técnicos, sino que también ha
conseguido emocionarme y hacer que esta historia se vaya directa a mi corazón.
De hecho, me ha costado MUCHO despedirme de cada personaje porque es que cada
uno de ellos se hace de querer, incluso con sus rarezas. Un dramaturgo obsesionado
con Shakespeare, un actor con problemas de alcoholismo, una catedrática
medievalista, el primer ministro del Reino Unido, la diva de los escenarios y
hasta el recepcionista del hotel… Y de verdad, gracias a sus reflexiones y a su forma de ver la vida me he
sentido arropada y comprendida. Me he sentido en casa.
En otro orden de cosas, el
marcapáginas que usé mientras leía este libro decía la siguiente frase; “No
sirve de nada preocuparse. Lo que venga vendrá, y le plantaremos cara”. No
fue a caso hecho, lo prometo, pero creo que resume muy bien la esencia de este
libro, ya que al final, vemos como cada uno de los personajes le planta cara a
los diferentes problemas que van surgiendo dentro y fuera de los escenarios y nos hacen darnos cuenta, a los
espectadores, de lo verdaderamente importante de la vida. De ahí,
que tantas frases se hayan quedado conmigo con el paso de las páginas.
Desde luego que Mónica Gutiérrez es de esas personas que no
necesitan de trucos para hacer magia y “Sueño de una noche de teatro” es
la prueba de ello. Una historia dulce, amable y muy, MUY divertida. Un lugar al
que acudir en los días grises y unos amigos a los que visitar cuando necesites
un poco de locura y buen humor. Sin duda, una obra maestra que pondrá a todo el
público en pie en cuanto se cierre el telón.