Nos han preguntado
tantas veces que queremos ser de mayores que cuando llega el día en el que
tenemos que decidir qué camino queremos tomar, que especialidad debemos
escoger… No tenemos ni la más remota idea. Y lo peor de todo es que estamos tan
centrados en escoger el camino correcto que se nos olvida lo más importante…
las posibilidades ilimitadas que nos ofrece estar frente a un lienzo en blanco.
Ya conocimos a Josh, el protagonista de esta
última entrega, gracias a St.
Clair y a Anna,
los protagonistas de, “Un beso en París”, pero también, en ese mismo
tomo, aunque de una manera bastante más desapercibida, conocimos a una Isla que se dedicaba a soñar
despierta mientras observaba a un Josh jovenzuelo que desaparecía de las clases, que se dedicaba a dibujar a
todas horas y que era feliz yendo de aquí para allá con sus amigos… Pero claro, él, por aquel
entonces tenía novia y ella, ni si quiera estaba segura de que el chico de sus
sueños supiera como se llamaba.
Llega, “Felices por siempre jamás”, la historia
de Isla y Josh o lo que es lo mismo,
uno de los mejores libros que he leído. Stephanie Perkins, la autora, te mantiene adicta a las
páginas hasta ese punto en el que quieres seguir leyendo más y más, pero de
pronto te encuentras con que has llegado a la última página... Y es que, la forma en la que la autora ha llenado
de vida a sus personajes; las decisiones que deben de tomar, los instantes tan
bonitos que nos hacen vivir… Todo ello se convierte en algo más que simples palabras.
Leer este libro ha sido como una pequeña gran revolución, de
esas que te hacen sentir como si tuvieras un rebaño de mariposas en el
estómago. Y por eso, de los tres tomos que componen la trilogía, este, sin
lugar a dudas, ha sido mi favorito.
Isla y Josh
se van a enamorar de una manera intensa, frenética… como si apenas les
quedara tiempo y necesitaran aprovechar cada instante, como si el futuro girara
solo en torno a ellos, como si ambos estuvieran destinados a estar juntos para
siempre… Pero los finales felices solo ocurren en las películas y la realidad
es que este es su último año de instituto. Él, que se quiere marchar a estudiar
arte y ella, que no tiene ningún plan. La separación está más cerca de lo que
ambos piensan, pero eso no les impedirá hacer locuras y dejarnos así con momentos
para releer tantas veces como sea posible... Porque ellos son ese
viaje a Barcelona, son esas noches en la casa del árbol y son esos dibujos
plasmados sobre la piel. Pero… ¿serán capaces de superar todas las distancias?
Volver a París, volver a esa
residencia de estudiantes norteamericanos donde empezó todo… Sí, sin duda ha sido
de lo más nostálgico y si a eso encima, le sumamos un reencuentro con todos los
protagonistas de los tres libros y de varios secundarios… pues ocurre algo de
lo más especial. Y es que estos libros han estado tan llenos de realidad
que volver a saber sobre las vidas de sus personajes es algo así, como ponerte
al día con esa amiga a la que no ves tanto como te gustaría.
Por otro lado, si este libro ha sido tan especial, en parte, se debe a la personalidad
de Isla; a sus miedos y a como los afronta.
Identificarme con ella y empatizar, ha sido muy sencillo porque me recordaba
muchísimo a mí, sobre todo cuando no es capaz de comprender que alguien pueda
quererla o cuando no sabe a qué quiere dedicarse profesionalmente… Aunque claro,
ella cuenta con la ayuda de su mejor amigo, Kurt, al que tengo que mencionar sí o sí en esta
reseña porque me ha parecido uno de los mejores personajes que he leído. Su
forma de comprender el mundo y de decir las cosas han sido como un golpe de
causa y efecto tanto para Isla como
para mí misma. Y si otra cosa me ha gustado mucho de estas páginas,
es ver a Isla saliendo de su zona de
confort, arriesgando. Y es que ha sido a nivel personal, toda una lección
de vida.
La trilogía más
romántica de Stephanie Perkins nos habla sobre la amistad, sobre amores
verdaderos… Pero en “Felices por siempre
jamás”, la autora también nos deja reflexionando sobre algo que es duradero
y eterno. Sobre algo que ha sido capaz de acelerarme el corazón y sobre algo
que ha conseguido hacerme soltar alguna que otra lágrima. Porque hay historias
que se quedan para siempre contigo y esta, sin duda, es una de ellas.