Un día te levantas y de pronto, estás hospedado en un geriátrico, en un asilo o en un apartamento en Benidorm… ¿Qué más da el lugar? Lo importante son los momentos que seleccionas para contar a las personas que tienes cerca. Y da igual que tu familia esté harta de las mismos cuentos o que esos vecinos nuevos no se crean ni por asomo todo lo que dices, lo importante son ellos, tus amigos, los protagonistas de casi todas tus historias, ellos, que a pesar de los años, siguen ahí, para revivir juntos cada instante; para reír como la primera vez, para mirar al pasado con cierto orgullo… ¿Y tú? ¿Cuántas anécdotas conservas?
Bosco, Camila, Nacho y Andrés se han dedicado toda su vida a construir recuerdos y en cada uno de ellos, Bosco, siempre ha acabado perdiendo, da igual que hablemos de una partida al dominó o de haber quien come más galletas… Para él, la vida siempre ha girado en torno a una competición. Pero, lo que no sabe nuestro protagonista es que a veces hay que perder para ganar y eso es lo que está a punto de descubrir en “El perdedor”.
Si de algo estoy segura es que Myriam M. Lejardi ha nacido para contar historias. Tiene un don, en serio. Y, os prometo, que es de esas personas que no necesitan de magia ni de fuegos artificiales para atraparte en sus letras. Una página y yo ya estaba dentro de esta novela. Además, he llegado a la conclusión de que el humor de esta autora se ha convertido en una de mis cosas favoritas de la vida; la imaginación para construir escenas surrealistas, los juegos de palabras, su forma de ver el mundo, la cercanía con la que escribe y la espontaneidad de sus diálogos… Como os decía antes, esta chica ha nacido para ser escritora.
Y bueno, vamos ha dejarlo claro, Bosco es gilipollas, no solo lo digo yo, Nacho, Andrés y Camila lo reafirman cada dos por tres y si lo dicen ellos, que son sus mejores amigos… ¿Quién voy a ser yo para llevarles la contraria? Aún así y a pesar de todo, me ha resultado muy fácil empatizar con él porque lo cierto es que este personaje tiene un poco, más bien mucho, de mí y no solo porque es de los que se arruina jugando al Monopoly… La falta de confianza, su afán por la carpintería y la construcción de cajones metafóricos… Él es una de esas personas a las les importa demasiado la imagen que proyectan de sí mismas y el problema es que en su caso, esto provoca que deje de hacer muchas cosas que querría hacer… Como salir con Camila. Cómo admitir que lleva enamorado de ella desde el primer día.
Y es que este libro, aparte de contarnos una historia llena de amistad, de amor… Nos habla de algo que me ha parecido verdaderamente importante y es que muchas veces nos olvidamos que detrás de nuestro influencer, cantante, escritor, actor favorito… Hay una persona normal y corriente como nosotros. Que tiene inseguridades, miedos, sueños y una vida que no nos pertenece. Creo que la autora ha hecho un gran trabajo a la hora de plasmar todos estos sentimientos y que al final, de una u otra forma, consigue dejar al lector reflexionando sobre todo esto.
Por otra parte, hasta que no he llegado al final, no me he dado cuenta de que toda la novela está narrada bajo el punto de vista masculino. Y este dato, no me debería de haber sorprendido, pero lo cierto es que sí que lo ha hecho, porque lo normal en este tipo de libros es ver la perspectiva del personaje femenino o como mucho, algún capítulo que otro, del personaje masculino... Pero, sinceramente, Myriam M. Lejardi, no ha podido escoger mejor al narrador. Es más, creo que de alguna manera, ha roto una “norma” no escrita y ha estado espectacularmente soberbia.