Las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida
son la suma de lo que hoy en día nos hace ser reales. Lo que nos hace luchar
por un “para siempre”, lo que nos
hace sentir cada instante… Y “Nunca digas
siempre” es un grito a la vida, a las personas… Un libro de decisiones,
oportunidades y superación.
Una infancia sin esperanza, miedos y golpes es lo que
tuvieron que vivir nuestros protagonistas: Mallory y Rider. Ambos serán separados tras una noche que pondrá
punto y final a estómagos vacios, silencios en el armario y algún que otro
hueso roto… Ella tendrá la suerte de ser adoptada por una buena familia pero el
destino tendrá otro plan para él. Cuatro años más tarde sus caminos se volverán
a juntar y el vínculo de unión que tenían parece estar intacto. Sin embargo,
ambos deben de dejar los fantasmas del pasado atrás si quieren avanzar hacia un
futuro, y esta vez, juntos.
Mallory y Rider tendrán que
aprender a vivir sin los efectos secundarios que en su día fueron sus armas
para sobrevivir. Mallory se escondió
tras el silencio y eso ha hecho que pese haber pasado el tiempo siga
reteniéndose a la hora de hablar en público. Por
ello, es imposible no sentirse orgullosa al leer como va evolucionando este
personaje y como va progresando poco a poco. Rider, en cambio, siempre arriesgaba sin pensar en las
consecuencias pero siempre pensando en la persona que más quería, haciendo así,
todo lo que estuviera en sus manos para protegerla.
Conectar con Mallory ha sido sencillo desde el primer
segundo, tanto, como empatizar con su historia. Además, no he podido evitar sentirme muy identificada
en algunas partes con este personaje y creo que eso, sumado a que está escrito
en primera persona, ha hecho que viva su historia de una manera mucho más
intensa. Tanto Mallory como Rider me han
parecido unos protagonistas de lo más valientes y creo que la autora ha sabido
humanizarlos con un estilo impecable. Los
diálogos, las decisiones, su comportamiento y hasta los gestos que hacen, dan
vida a unos personajes; reales, únicos e imposibles de olvidar.
La autora también ha sabido darle voz propia a todos
los personajes secundarios. Cada uno de ellos es
esencial en la trama y creo que todos, de algún modo, nos transmiten un mensaje
lleno de esperanza, pese a que muchos de ellos lo tengan todo en contra. Conocer a la mejor amiga de Mallory; Ainsley, ha sido de lo más divertido, tanto, como conocer a
los hermanos Luna; Hector y Jayden, que más que amigos son como si fueran la familia de
Rider. Aunque quiero destacar al personaje de Jayden ya que tiene un peso muy importante en el desarrollo de los
acontecimientos y sin duda, en una de las partes más duras de la historia. Los
padres adoptivos de Mallory también son dignos de mención y es que ese amor tan
desinteresado que tienen hacia a ella ha sabido tocarme por completo el
corazón.
Creo que es un libro que va mucho más allá de una
historia de amor. Es cierto que el
romance es precioso, que está perfectamente construido desde el primer instante
y que tiene momentos capaces de dejar sin aire al lector. Pero creo que es una
novela que trata temas mucho más importantes a nivel personal. La importancia de ser reales y que nos quieran por lo
que somos, la verdadera historia sobre el futuro y sus “para siempre”, la importancia de un hogar, una familia, una
amistad que se preocupe por nosotros y que respete nuestras decisiones… Así que no creo que sorprenda si digo que es un libro
cargado de citas para enmarcar y reflexionar.
Sobra decir que el sentimiento está reflejado en cada
una de las páginas y esto hace que se convierta en una novela de lo más
conmovedora. Una historia que se
siente y se palpa, de ahí, la piel de gallina y los ojos acuosos en cada escena.
Además, creo que es un drama que está
perfectamente llevado y resulta tan realista que eso no ha hecho más que
intensificar las emociones. Y con
todo lo que me ha hecho sentir solo puedo afirmar que es una de las mejores lecturas que he tenido la suerte de leer en todos estos años que llevo como lectora
empedernida.
Creo que Jennifer L. Armentrout, la autora, ha sido muy valiente al escribir una
historia que trata sobre los hogares de acogida. Es un
tema poco explotado y del que no se habla lo suficiente, por ello, adentrarme
en este libro que nos muestra la cruda realidad de lo que puede llegar a pasar
entre cuatro paredes, ha sido toda una nueva experiencia. Además, no me cabe duda de que la autora se ha
documentado e informado sobre este tema ya que es una
historia que traspasa por completo el papel.
Otras de las cosas con las que me ha sorprendido la
escritora es con el uso de frases
españolas ya que la ambientación así
lo requiere. No solo son expresiones que me ha sacado una sonrisa gigante, sino
que de nuevo, la autora ha hecho un excelentísimo trabajo de investigación. También quiero destacar la importancia que puede llegar
a tener un libro de la infancia. En
este caso, la autora integra el cuento: “El
conejo de terciopelo”, lo cita en varias
ocasiones y reflexiona mucho sobre esta historia. Y es que como bien dice Jennifer L.
Armentrout; “todos tenemos algo de <<Ratón>>”.
En conclusión, “Nunca
digas siempre” es una historia desgarradora pero también es un pequeño
tesoro en forma de historia. Uno de esos libros que atrapan desde el primer
instante, tanto por sus protagonistas como por los mensajes que se lanzan a lo
largo de las páginas. Una novela intensa, cargada de emociones que sabrá dejar
huella a cualquier lector que decida darle una oportunidad.
¡MILES DE GRACIAS A LA EDITORIAL POR LA SORPRESA Y ESTE EJEMPLAR TAN MARAVILLOSO!
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