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lunes, 3 de abril de 2017

Reseña: Nunca digas siempre


Las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida son la suma de lo que hoy en día nos hace ser reales. Lo que nos hace luchar por un “para siempre”, lo que nos hace sentir cada instante… Y “Nunca digas siempre” es un grito a la vida, a las personas… Un libro de decisiones, oportunidades y superación.

Una infancia sin esperanza, miedos y golpes es lo que tuvieron que vivir nuestros protagonistas: Mallory y Rider. Ambos serán separados tras una noche que pondrá punto y final a estómagos vacios, silencios en el armario y algún que otro hueso roto… Ella tendrá la suerte de ser adoptada por una buena familia pero el destino tendrá otro plan para él. Cuatro años más tarde sus caminos se volverán a juntar y el vínculo de unión que tenían parece estar intacto. Sin embargo, ambos deben de dejar los fantasmas del pasado atrás si quieren avanzar hacia un futuro, y esta vez, juntos.

Mallory y Rider tendrán que aprender a vivir sin los efectos secundarios que en su día fueron sus armas para sobrevivir. Mallory se escondió tras el silencio y eso ha hecho que pese haber pasado el tiempo siga reteniéndose a la hora de hablar en público. Por ello, es imposible no sentirse orgullosa al leer como va evolucionando este personaje y como va progresando poco a poco. Rider, en cambio, siempre arriesgaba sin pensar en las consecuencias pero siempre pensando en la persona que más quería, haciendo así, todo lo que estuviera en sus manos para protegerla.

Conectar con Mallory ha sido sencillo desde el primer segundo, tanto, como empatizar con su historia. Además, no he podido evitar sentirme muy identificada en algunas partes con este personaje y creo que eso, sumado a que está escrito en primera persona, ha hecho que viva su historia de una manera mucho más intensa. Tanto Mallory como Rider me han parecido unos protagonistas de lo más valientes y creo que la autora ha sabido humanizarlos con un estilo impecable. Los diálogos, las decisiones, su comportamiento y hasta los gestos que hacen, dan vida a unos personajes; reales, únicos e imposibles de olvidar.

La autora también ha sabido darle voz propia a todos los personajes secundarios. Cada uno de ellos es esencial en la trama y creo que todos, de algún modo, nos transmiten un mensaje lleno de esperanza, pese a que muchos de ellos lo tengan todo en contra. Conocer a la mejor amiga de Mallory; Ainsley, ha sido de lo más divertido, tanto, como conocer a los hermanos Luna; Hector y Jayden, que más que amigos son como si fueran la familia de Rider. Aunque quiero destacar al personaje de Jayden ya que tiene un peso muy importante en el desarrollo de los acontecimientos y sin duda, en una de las partes más duras de la historia. Los padres adoptivos de Mallory también son dignos de mención y es que ese amor tan desinteresado que tienen hacia a ella ha sabido tocarme por completo el corazón.

Creo que es un libro que va mucho más allá de una historia de amor. Es cierto que el romance es precioso, que está perfectamente construido desde el primer instante y que tiene momentos capaces de dejar sin aire al lector. Pero creo que es una novela que trata temas mucho más importantes a nivel personal. La importancia de ser reales y que nos quieran por lo que somos, la verdadera historia sobre el futuro y sus “para siempre”, la importancia de un hogar, una familia, una amistad que se preocupe por nosotros y que respete nuestras decisiones… Así que no creo que sorprenda si digo que es un libro cargado de citas para enmarcar y reflexionar.

Sobra decir que el sentimiento está reflejado en cada una de las páginas y esto hace que se convierta en una novela de lo más conmovedora. Una historia que se siente y se palpa, de ahí, la piel de gallina y los ojos acuosos en cada escena. Además, creo que es un drama que está perfectamente llevado y resulta tan realista que eso no ha hecho más que intensificar las emociones. Y con todo lo que me ha hecho sentir solo puedo afirmar que es una de las mejores lecturas que he tenido la suerte de leer en todos estos años que llevo como lectora empedernida.

Creo que Jennifer L. Armentrout, la autora, ha sido muy valiente al escribir una historia que trata sobre los hogares de acogida. Es un tema poco explotado y del que no se habla lo suficiente, por ello, adentrarme en este libro que nos muestra la cruda realidad de lo que puede llegar a pasar entre cuatro paredes, ha sido toda una nueva experiencia. Además, no me cabe duda de que la autora se ha documentado e informado sobre este tema ya que es una historia que traspasa por completo el papel.

Otras de las cosas con las que me ha sorprendido la escritora es con el uso de frases españolas ya que la ambientación así lo requiere. No solo son expresiones que me ha sacado una sonrisa gigante, sino que de nuevo, la autora ha hecho un excelentísimo trabajo de investigación. También quiero destacar la importancia que puede llegar a tener un libro de la infancia. En este caso, la autora integra el cuento: “El conejo de terciopelo”, lo cita en varias ocasiones y reflexiona mucho sobre esta historia. Y es que como bien dice Jennifer L. Armentrout; “todos tenemos algo de <<Ratón>>”.

En conclusión, “Nunca digas siempre” es una historia desgarradora pero también es un pequeño tesoro en forma de historia. Uno de esos libros que atrapan desde el primer instante, tanto por sus protagonistas como por los mensajes que se lanzan a lo largo de las páginas. Una novela intensa, cargada de emociones que sabrá dejar huella a cualquier lector que decida darle una oportunidad.


¡MILES DE GRACIAS A LA EDITORIAL POR LA SORPRESA Y ESTE EJEMPLAR TAN MARAVILLOSO!

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