Que sea guapo a rabiar. Que se emborrache conmigo y luego me haga sopa para la resaca. Que no me de vergüenza hacer el ridículo delante de él. Que no me agobie si va demasiado rápido en la relación. Que cuando lo mire sepa que es ÉL… Alguien al que yo también le haga feliz... Esto no es una lista de la compra, pero sí son varios de los ingredientes que busca Charlotte May en un hombre. El definitivo. El de los, “... y vivieron felices y comieron perdices”.
El plan de vida que se había autoimpuesto el día de su cumpleaños estaba fracasando de manera estrepitosa y es que los treinta, estaban siendo para Charlotte May toda una caja de sorpresas. Tenía que enamorarse. En eso consistía su objetivo tras soplar las velas de la tarta, pero parecía imposible que saliera de una cita con dignidad porque cada vez que pensaba que las cosas no podían salir peor… Adivinad. Sí. Volvían a salir mal.
“Las 27 citas de Charlotte May” es el primer libro de Abril Camino que leo y ya os confirmo que no va a ser el último. No solo me ha conquistado su forma de escribir, sino también, su forma de dar vida a todos sus personajes. Cómo ha conseguido transportarme a las calles de Londres y me ha hecho viajar a Estocolmo, Milán y París... Como me ha contagiado su pasión por la moda y me ha enseñado a la vez, tanto sobre el amor.
Y es que he aprendido mucho de Charlotte May con su lista, sus normas y su cuaderno de citas siempre a mano, sobre todo a quererme, a valorarme, a aceptar que la felicidad no tiene nada que ver con un estado civil... Darme cuenta de los detalles pequeños. Los que de verdad importan. Y los que quizás, no importan tanto… pero que son consejos estupendos como: “Si con un tío siempre sale todo bien en posición horizontal… ¿Qué necesidad hay de intentar convertirlo en romance?”, “No comas pizza delante de un ciervo”, “No utilices Grindr si no perteneces a ese colectivo”...
Así que sí, por si te lo estabas preguntando, mis carcajadas de esta última semana han estado patrocinadas por Abril Camino porque si algo tiene esta novela, aparte de un montón de normas incumplidas, son risas aseguradas y un humor brillante por parte de la autora.
Fotos de noches de fiesta clavadas con chinchetas. Un piso con zapatos en el horno. Y los mejores compañeros de piso del mundo. Moon y Oliver. La universidad les había dejado con un buen puñado de recuerdos a sus espaldas, pero la vida adulta los había vuelto a reunir en ese piso lleno de ropa, alcohol y tarrinas de helado de cacahuete. Así que en esta aventura para encontrar el amor perfecto nuestra protagonista no estará sola porque a parte de un buen look para acudir a cada cita, también tendrá a sus mejores amigos esperándola en el sofá para reírse de ella o con ella, según se mire, de sus mayores desgracias.
“No creo que pueda superar este libro nunca”. No había llegado a la página ochenta y ese estaba siendo mi único pensamiento. Y es que hay libros que sabes que vas a recordar toda la vida y este, sin duda es uno de ellos.
