Somos máquinas creadas para producir recuerdos. Instantes que marcan un
antes, personas que insertan un después… Y aun así, es curioso como hay días
que nos vemos rezando al olvido. Suplicando no recordar, perdiéndonos,
olvidándonos de lo que somos… de todo aquello que hemos construido. Pero, ¿qué
pasaría si existiera un método para dejar atrás los recuerdos más dolorosos?
¿Qué pasaría si un día despertaras y todo fuera diferente?
“Recuerda aquella vez” nos cuenta la historia de Aaron Soto. Un adolescente con
un pasado trágico que tras varios fracasos en su vida, hará todo lo que sea para
conseguir su final feliz. Conocer a Thomas le hará replantearse su sexualidad y
esto le servirá para darse cuenta de las personas que realmente están a su
lado. Sin embargo, tras varias decepciones, Aaron buscará la solución en el Instituto Leteo, donde ofrecen
tratamientos para la supresión de los recuerdos.
Empatizar con Aaron ha sido muy sencillo porque es un personaje que está
perfectamente construido y lleno de detalles, además, tiene una personalidad
muy tierna con un humor muy inteligente. Asimismo, el hecho de ser
una novela dividida en cinco partes hace que podamos adentrarnos “in crescendo” en la trama y en la vida
de nuestro protagonista, hasta llegar a ese final que es imposible que deje
indiferente a nadie. Es una novela de personajes y esto
hace que la evolución de Aaron sea uno de los temas principales. Su
forma de afrontar la pérdida, el desamor, el dolor… Su forma de relacionarse
con su familia y amigos. Su forma de encontrar su propia identidad.
Los personajes secundarios de esta historia son fundamentales en el
transcurso de las páginas y muy importantes en las decisiones que toma nuestro
protagonista. Son personajes con mucho trasfondo que llenan estas
páginas con momentos de todo tipo. Sin embargo, quiero destacar a Genevieve, Thomas y Evangeline
todos ellos han sido unos personajes que me han llegado directamente al corazón
por su comprensión y bondad. Y solo me queda destacar el personaje de Eric, el
hermano de Aaron, que aunque lo conocemos más llegados al final, ha sido toda
una sorpresa y sin duda, es un personaje que ha sabido ganarse todo mi respeto.
Ciencia y naturaleza se enfrentan y se debaten en estas páginas, algo que
resulta bastante novedoso para lecturas LGTB y bastante necesario para las
mentes del ser humano. Y es que el escritor ha hecho un trabajo
impecable a la hora de tratar la homosexualidad, de definir los sentimientos y
de narrar los acontecimientos. Dejándonos así con una historia muy
completa, conmovedora y llena de profundidad. De ahí, que sea una novela para
ir descubriendo poco a poco.
Además,
Adam Silvera, el autor, nos transporta hasta un lugar donde nada es perfecto.
Barrios marginados con problemas económicos, donde encuentras drogas en cada
esquina y los puñetazos son armas de doble filo. Es una ambientación muy
distinta a lo que se acostumbra a leer en novela juvenil y eso ha hecho que
este libro me gustara todavía más, más aún, cuando entre todo este caos encontramos
un reducto de esperanza. Un libro que a pesar de ser ficción,
está tan bien narrado que traspasa el papel y llena de realismo cada una de las
páginas.
Es
cierto que esta novela está catalogada como novela juvenil pero creo que
cualquier persona adulta que se adentrara en esta historia podría disfrutarla
de igual manera y podría empaparse de toda la sabiduría que se esconde tras
esta historia. No olvidemos que es una lectura dura de leer en la que
se trata temas muy importantes como el suicidio, la búsqueda de la felicidad y
la identidad sexual. Un libro que nos hace pensar en nosotros mismos
y en todas las cosas que hemos tenido que ir superando a lo largo de los años.
Y si algo tengo que admitir, es que el autor ha hecho un trabajo
extraordinario, ya que a pesar de todos los momentos duros que esta novela
plasma, Adam Silvera no hace ningún drama de más con ellos, sino
todo lo contrario, los distribuye muy bien a lo largo de las páginas y nos
sorprende con giros totalmente inesperados. Y creerme cuando os digo,
INESPERADOS.
En
cuanto a la edición no podría ser más completa y estar más llena de
detalles. Creo que la editorial ha hecho un trabajo maravilloso, sobre
todo, con los inicios de capítulo y sin duda, Luis Tinoco ha vuelto
hacer arte con la cubierta.
En conclusión, Adam Silvera con “Recuerda
aquella vez” nos propone una historia para reflexionar, para sentir y sobre
todo para no olvidar nunca. Y es que si algo tengo claro, es que tras leer la
historia de Aaron Soto, se que emocionalmente no me voy a recuperar porque sin
duda, es uno de esos libros que saben marcarte de una manera de lo más intima y
especial.
¡MUCHÍSIMAS GRACIAS A LA EDITORIAL POR ESTE EJEMPLAR Y SU PRECIOSO ENVÍO!
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